martes, 9 de marzo de 2010

Plazas ricas, ciudad pobre

José Luis Cuéllar Garza


La primera plana del MURAL de ayer ("Alientan caos vial los municipios"), nos recuerda que buena parte de nuestro problema de movilidad se ha generado gracias a la forma improvisada y fragmentada con que se gestionó desde hace lustros el desarrollo urbano, igual que la manera en que desarrolladores inmobiliarios y terratenientes han manejado proyectos de grandes plazas comerciales, urbanizaciones y edificaciones para servicios turísticos o espectáculos de forma mezquina y autodestructiva. Ilustra también el daño que causa la continuada falta de compromiso, visión y liderazgo de la autoridad estatal en la materia, que no asume con claridad y firmeza sus competencias en materia de ordenamiento territorial, infraestructura básica y transporte público.

Los ejemplos incluidos en la nota (Plaza Galerías, Ciudadela, Andares y Arena VFG), sirven para recontar la manera en que, primero, promotores inmobiliarios y hombres de negocios hacen lo imposible para que se les autoricen edificaciones sin resolver integralmente los requerimientos de infraestructura vial, al tiempo que autoridades técnicas y políticas municipales débiles y consecuentes conceden permisos y liberan licencias a cambio de obras a medias o de la promesa de realizar otras a futuro, que nunca llegarán.

Me temo que el nuevo estadio Chiva que está a punto de inaugurarse en el Bajío del Arenal vaya a ser un caso parecido, donde tendremos un estadio de primera con una conectividad urbana insuficiente y peligrosa, que va a demeritar sin necesidad su éxito pleno.

La cuestión de fondo en los problemas que MURAL señala, es el agotamiento del orden fiscal que está en la base del modelo de gestión urbano de nuestras ciudades, una vez que los municipios dejaron de serlo aisladamente para integrarse en una metrópoli indisoluble donde las fórmulas de financiamiento del desarrollo tendrían que replantearse radicalmente. En el caso referido del Estadio Chiva, por ejemplo, aunque sea mucho y mayoritariamente propio del futuro Centro JVC el impacto vial que ahí se generará, es cierto también que en sus inmediaciones existen fraccionamientos residenciales, instituciones de educación e investigación y terrenos sin desarrollar que igual tendrían que participar -junto con municipios metropolitanos y Gobierno del Estado-, en el financiamiento, construcción y mantenimiento de una infraestructura urbana de las más altas especificaciones, tal y como lo merece ese territorio.

Es lamentable en ese sentido que el joven Código Urbano en vigor haya dispuesto la desaparición de los Consejos de Colaboración Municipal (para transformarlos en los llamados Consejos Municipales de Desarrollo Urbano, ciertamente necesarios para otros efectos), ignorando la figura más significativas en la construcción de la grandeza tapatía, erigida sobre la sencilla razón de que la plusvalía que genera la urbanización debe revertirse en alguna medida al financiamiento del desarrollo de la ciudad, y en el muy sensato criterio de que todos los propietarios de un sector urbano beneficiado por la transformación del uso del suelo de lo rústico a lo urbano, deben cooperar directamente con las obras indispensables para darle viabilidad urbanística a sus propiedades.

Sería deseable así que las comisiones legislativas competentes asuman la necesidad de trabajar con seriedad en una reforma que dé marco a un desarrollo metropolitano armonioso, competitivo y sustentable.



Apostilla



Raro el "Primer Concurso de Arte Público Urbano" (sic) lanzado por Siteur, como "espacio para el fomento de la reflexión de nuestro entorno a través de la expresión artística" (recontra sic), en 30 puntos a lo largo de la Ruta-Macrobús. Conviene tratar de buscar el fundamento legal para tal intervención en espacios municipales (cf. Facebook, perfil "Siteur Jalisco"). Aunque no encuentre nada de ello, conocerá varias amigas del flamante Secretario Monraz bastante guapas. Lo del concurso es lo de menos.