miércoles, 28 de octubre de 2009

Inicia otra obra mal planeada y muy costosa

EL correo ilustrado
Señor Director: Ayer comenzaron, oficialmente, con las obras de construcción del puente elevado por la avenida Lázaro Cárdenas. Una obra seriamente cuestionada, mal planeada, con enormes lagunas en materia de permisos y tiempos para su gestión, con una amañada “consulta” de pacotilla y que será más costosa de lo anunciado y con infinidad de problemas. Una obra que jamás resolverá los problemas viales, sencillamente porque no tienen solución: el tráfico vehicular es inagotable y toda obra al respecto siempre será insuficiente y caduca, y no es sino otra ocasión para el dispendio y el asalto a mano armada de los recursos públicos para beneficios de pocos y alegría de los constructores y los coyotes burócratas que se llevarán su tajada.
También ayer se instaló el campamento de protesta y en demanda de la suspensión de esta estupidez vial. Amigas y amigos, colegas de distintos colectivos urbanos, activistas interesados en la ciudad, expertos sin salario que tienen más ideas e inteligencia que los cantamañanas que cobran en el gobierno del estado. Amigas y amigos que han instalado sus casas de campaña para denunciar la sordera, el atropello, la cobardía de nuestros “representantes” en congresos estatales y federales, vividores y mequetrefes que no sirven para nada y que, todavía, aguantamos. Pero no por mucho tiempo.
¿En dónde está el que cobra como gobernador de Jalisco frente a esta situación ciudadana? ¿En dónde está el diálogo cacareado por los vivales de la Sedeur? ¿En dónde están los diputados de Jalisco? ¿En dónde están los interlocutores inteligentes de la burocracia de los tres niveles de (des)gobierno?
Da mucho coraje ver que la gente que protesta y que propone cosas sensatas, porque quiere a esta ciudad, sea tratada con esa dejadez, con esa indolencia, con esa soberbia estúpida que ya les cobró la primera factura en las elecciones de julio pasado. Seguramente, habrá que tomar medidas más drásticas para destaparles los oídos, para abrirles los ojos y para que dejen de burlarse de la gente que, todavía de manera decente, les hace notar sus tropelías y absoluta incapacidad. ¡Basta ya!
Martín Mora