(30-Oct-2009).-
Es el colmo. No habrá Museo Guggenheim, pero tal vez habrá otro de menores alcances. Un día declaran muerto el proyecto de Arcediano y al siguiente lo reviven como charquito; los Panamericanos pasan, en cuestión de horas, de estar en artículo mortis, a sentirse mejorcitos, a pesar del olor a podredumbre que emanan.
Sí-No al Macrobús, Sí-No al Tren Ligero, Sí-No al Puente Atirantado. Y encima, la extraña intención de la actual Administración de Guadalajara de modificar 43 Planes Parciales de Desarrollo Urbano a dos meses de concluir su gestión -por poner un ejemplo más de la falta de planeación que hay en todos los Municipios conurbados-.
¿Alguien puede explicar el desorden y la confusión de los Gobiernos, municipales y estatal? Porque, independientemente de la conveniencia o no de cualquiera de los proyectos mencionados, lo grave es que se hayan descartado, o estén a punto de serlo, por falta de planeación y acuerdos o, lo que es peor, porque afectan intereses personales y políticos. Todo esto, amén de los cientos de millones de pesos y horas de trabajo ya invertidos en cada uno de ellos. Mientras, la Zona Metropolitana de Guadalajara queda cada vez más rezagada.
Olvidemos el sueño de tener un museo como el que lanzó a las alturas a 11 Ayuntamientos del norte de España, encabezados por Bilbao; ahí las autoridades se pelearon, el presupuesto se fue a las nubes, tuvieron mil problemas, pero finalmente se pusieron de acuerdo y siguieron hacia delante para transformar una región sucia y un río contaminado, en una ciudad atractiva y pujante.
No lamentemos el desastre de planeación para dotar de agua la ZMG: ante la inminente escasez que se avecina, en 15 minutos se les ocurrirá algo a los encargados de solucionar el problema como, por ejemplo, desempolvar propuestas de hace casi 20 años (Público 28/10/09). Y para qué sufrir por la falta de transporte masivo y eficiente: con unas autoridades que hacen, no lo necesario, sino lo que la ausencia de acuerdos entre los Municipios y los intereses de los camioneros les permiten, nuestros nietos seguirán exigiéndolo.
Pero lo que sí nos ha encabritado es el show de la barandilla de organizadores y autoridades encargadas de realizar los Juegos Panamericanos. Nadie sale bien librado: Alcaldes, actual y anterior, regidores, Gobierno estatal y por supuesto, la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA), propiedad de Mario Vázquez Raña, cuyo mayor logro en decenas de años al frente del deporte olímpico ha sido aumentar sus ingresos personales en proporción inversa al ínfimo desarrollo de los atletas mexicanos.
Nos guste o no, los Gobiernos se pelean las sedes de este tipo de eventos porque son oportunidad de grandes derramas económicas, por la transformación urbana y la creación de infraestructura que implican. Sí, hay un alto costo a cargo de nuestros impuestos, pero si hay compromiso, sensatez y una planeación precisa, los resultados son muy efectivos. Ejemplos sobran.
Sin embargo, de nuevo, los intereses han estado por arriba de las necesidades. El exceso de confianza de los panistas en que continuarían en el poder y, por lo tanto, no había prisa para concretar los avances. El triunfo del PRI, cuya ambición por manejar todo lo relativo a los Juegos lo llevó a bloquear cualquier decisión, para posponerla hasta el cambio de Gobierno; esto con el apoyo del Grupo UdeG que, en su empeño de aprovechar el evento para mejorar la infraestructura deportiva universitaria, no ha tomado en cuenta la urgencia de espacios de este tipo en la ZMG, y la oportunidad de tener más y de primer nivel, con motivo de los Juegos.
El Gobierno estatal, con su comportamiento perverso: primero no apoyó al Gobierno municipal porque era de bando contrario en su propio partido y después, con la debacle del 5 de julio, ve en los Juegos un espacio privilegiado de recursos económicos y empleos para colocar a los cientos de protegidos que quedarán sin chamba a partir del 1 de enero. Resultado: Vázquez Raña, al ver la debilidad y división de las autoridades, se ha dado el lujo de imponerles las condiciones que más le favorecen, no las que beneficiarían a Guadalajara.