Vania Citlalli de Dios y Julio Pérez
(10-Nov-2008).-
Un muchacho en diminutas licras negras y blusa pegadita brinca sobre la banqueta de Avenida Vallarta y Andador Escorza. Con finos movimientos, menea el trasero de un lado a otro.
"Mamá, el mechón, préndeme el mechón", suena la banda en la bocina y un grupo de mujeres siguen animadas los pasos del instructor.
En los más de 25 kilómetros de la Vía RecreActiva hay clases de baile, rincones de lectura, juegos infantiles y talleres de pintura para quienes salieron a pasear con sus familiares o, cuando menos, con el perro.
Es el punto de reunión para quienes no se ven entre semana. Es el punto de convivencia. Es como un día de campo en la ciudad.
"Cárgalo, 'ese'. Hazle el paro,' ese'. Le está quemando el pavimento", le exige un niño al joven que cuida el tráfico en uno de los cruceros, cerca de Avenida Américas.
"Tachiro" está herido. Hace meses que asiste a la Vía con sus amigos, pero nunca había tenido un accidente. Tiene seis años y llora. En la mano carga su tenis, levanta un pie y lo cargan hasta la banqueta.
Su papá se quedó en "El Baratillo" y les dijo que los alcanzaría. Primero llegó el paramédico, quien atiende al niño: abre su botiquín y saca una aguja esterilizada. "Tachiro" nomás la vio y otra vez empezó a llorar.
El paramédico le retira la espina que se encajó al caer en un arbusto.
El niño se llama José Alfredo, le dicen "Tachiro" porque de bebé se parecía al personaje "Tachidito".
Como él, Karen Landeros, de 18 años, sufrió un golpe en la cabeza tras chocar con otro ciclista en el paseo dominical de Zapopan.
Pese a los incidentes, la Vía es como una mañana de Navidad, de esas de hace años, en las que todos salían a pasear a la calle.