Por Sergio García de Alba
Una de las tragedias más graves que está ocurriendo en nuestro País, que afecta la competitividad nacional y la calidad de vida de millones de mexicanos, es la pésima planeación urbana que tenemos en la mayoría de los Estados y Municipios. Nuestro anterior crecimiento demográfico (sin planeación familiar responsable), nos llevó a la necesidad de construir millones de microviviendas en las zonas conurbadas de las principales ciudades de México. Hemos lanzado un peligroso bumerán: se está construyendo por cantidad, y no con calidad, los fraccionamientos y viviendas de interés social. No se están haciendo proyectos integrales que permitan que los nuevos desarrollos tengan cerca la infraestructura necesaria, como servicios educativos, centros de salud, comunitarios, comerciales, recreativos e, incluso, actividades productivas de bajo riesgo. Se trata de planear zonas que permitan una sana mezcla de usos de suelo en un territorio determinado (tampoco se trata de poner vivienda junto a industria de alto riesgo), que permita evitarle a la gente el tener que desplazarse horas a su trabajo, a llevar a sus hijos a la escuela, ir de compras o tener una actividad recreativa. La casi inexistencia de planeación urbana integral ya está costando (el efecto será exponencial) en la parte social, ambiental, pérdida de calidad de vida y competitividad para todos. Lo anterior es una de las principales causas del grave congestionamiento vehicular en la mayoría de las zonas metropolitanas y conurbadas del País.
Interés social
Entre los años 2004 y 2006, en los que tuve oportunidad de participar en el Gobierno federal anterior, me tocó ser uno de los que le advertimos al todavía Comisionado Nacional de Vivienda, Carlos Gutiérrez, de la importancia y urgencia de impulsar normas que debiesen cumplir todos los desarrolladores de vivienda de interés social, tanto en lo referente a los fraccionamientos (requerimientos mínimos de áreas verdes y recreativas, agua potable, tratamiento y reuso de aguas, mejoras a la vialidad directamente conectada a macrodesarrollos, etcétera) como en la propia calidad de la vivienda. Esto para evitar que por falta de profesionalismo, ética y hasta visión de negocios de largo plazo, la mayoría de los fraccionadores provocaran lo que hoy estamos viendo: caos, contaminación, inseguridad en la mayoría de macrodesarrollos, y la construcción de muchas viviendas de mala calidad y que no serán en realidad un patrimonio de largo plazo para millones de familias que las están adquiriendo con mucho sacrificio y deudas para casi el resto de su vida. Lamentablemente no se actuó a tiempo y el bumerán viene fuerte y de regreso. Lástima, porque si había (fue la propuesta) forma de impulsar calidad y no sólo cantidad, a través de que el Infonavit (aprobado por su Consejo) no otorgara créditos (ni de la Sociedad Hipotecaria Federal) a los desarrollos que no cumpliesen con todas esas normas creadas por el Gobierno federal.
Los Municipios
Grave ha sido para el desarrollo de México el que se haya "adelantado", a través del famoso 115 constitucional, el poder de los Municipios en lo referente a "formular, aprobar y administrar la zonificación y planes de desarrollo urbano municipal" antes de que la mayoría (autoridades ejecutivas y regidores) tuviesen capacidad técnica y el perfil de funcionarios honestos que México necesita. Éste ha sido uno de los puntos más lamentables que está echando a perder el desarrollo integral de México y, por otro lado, ha enriquecido ilícitamente a miles de malos funcionarios y regidores municipales (a través de "autorizar" permisos de usos de suelos y de construcción sin los parámetros adecuados). Convendría que los Congresos estatal y federal tomen en serio la parte de la Constitución que dice "los Municipios, en los términos de las leyes federales y estatales respectivas, estarán facultados para..." y poner en orden de una vez por todas estos abusos.
Transporte público
Voy a tratar de decirlo de la forma más directa: no podemos seguir equivocándonos en México (y Jalisco) tratando de fomentar el uso del automóvil como si fuéramos Estados Unidos (con recursos para hacer puños de "freeways"). Tenemos que construir urgentemente, con recursos públicos y privados, infraestructura de transporte público que sea eficiente, seguro y lo más sustentable posible. Somos un país en vías de desarrollo, debemos estar conscientes del imparable encarecimiento de los energéticos y de que no hay mejor inversión (de largo plazo) que apostarle con todo a los mejores sistemas de transporte público en beneficio de la mayor parte de la población (con el tiempo, quienes se resisten a este tipo de transporte lo utilizarían como sucede en grandes ciudades de países desarrollados), y de nuestra mejora de calidad de vida, sustentabilidad ambiental, competitividad, e inclusión social.
Sergio García de Alba es empresario, ex Secretario federal de Economía y ex Secretario estatal de Promoción Económica.