Por asignación, 73% de 3,821 mdp en obra pública municipal ejercidos en 4 años.
Las obras para estaciones del Macrobús fueron adjudicadas en forma directa por la Sedeur, sin licitación.
En los municipios de la zona metropolitana, la mayor parte de los recursos públicos se trata en privado. En 2007, Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá adjudicaron de manera directa 1,328 contratos de obra pública y sólo licitaron ocho (0.6 por ciento del total), pues estaban obligados a hacerlo porque se invertían recursos federales. “En los ayuntamientos están otorgando contratos administrativos a través de procedimientos cerrados que no garantizan estar libres de corrupción ni aseguran al Estado las mejores condiciones disponibles en cuanto a precio, calidad, financiamiento, oportunidad y demás circunstancias pertinentes”.
Éstas son cifras y argumentos de Horacio Villaseñor Manzanedo, especialista del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).Una investigación realizada por el especialista, sobre el sistema de adjudicación de contratos y obra pública municipal, concluyó que, durante el periodo comprendido entre 2004 y 2007, los ayuntamientos de la zona metropolitana asignaron contratos para obra pública por alrededor de tres mil millones de pesos, equivalentes a 73 por ciento de los recursos utilizados para la obra pública municipal: 3,821 millones de pesos.
El año pasado la inversión en obra de los municipios fue de alrededor de 750 millones de pesos y en Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque no se llevó a cabo ninguna licitación pública para otorgar los contratos: todo fue por adjudicación directa o concurso por invitación.
Ambas son modalidades en las que los gobiernos municipales invitan o escogen a particulares y les otorgan el contrato, siempre y cuando se ajuste a un monto establecido, lo cual no representa un problema. En cuanto a Tonalá, “ni siquiera pudieron informar al respecto: argumentaron que ‘aún no se cierra el ejercicio fiscal de ese año’”, describe Horacio Villaseñor.
Entre los problemas básicos que plantea está la contradicción en el marco jurídico. La ley federal determina que todas las obras públicas deben ser licitadas, pero hay excepciones y normalmente no deben exceder 20 por ciento del presupuesto asignado.
La ley estatal dice que sólo se licitarán montos mayores de cierta cantidad. En los reglamentos municipales se olvidan de la regla general que asegura el interés público y todo es por montos.
Esto provoca varias consecuencias: “En la medida en que no se liciten las obras, independientemente de que sean montos pequeños, hay una serie de principios básicos que no se cumplen, como el de competencia justa: todos los particulares tienen derecho de competir en igualdad de circunstancias; el de publicidad: si no se publican, nadie se entera hasta que estás haciendo las obras; el principio de igualdad: se refiere a que nadie podrá ser discriminado o gozar de ventaja para contratar con el Estado; y el principio de defensa, pues si llegasen a existir inconformidades por parte de los participantes en una licitación, se pueden presentar medios de defensa.
Estos principios evitan la posibilidad de corrupción: si no hay moralidad, es muy fácil que se dé”.Otra consecuencia es que no hay transparencia y, mientras no se cumplan con dichos principios, los gobiernos no podrán elegir la mejor oferta, no habrá discusiones ni oposición, por lo tanto la obra pública es un asunto privado: “Tres mil millones de pesos son públicos, pero se trataron en privado”.
Él le llama “pulverización”: los ayuntamientos alegan que hacen adjudicaciones directas porque los montos de las obras son pequeños, aunque sumados dan cifras de miles de millones de pesos. Éste es el caso.¿Qué es lo que habría que replantearse? “Recuperar el espíritu de la Constitución en general y los principios de competencia, oportunidad, igualdad… en el nivel municipal, para hacer más eficiente la gestión de la obra pública.
En la medida que se concurse, aunque sea montos pequeños, el gobierno podrá obtener las mejores ofertas, que la obra sea útil, que se termine con oportunidad, que no cueste más de lo programado.
La mejor oferta no quiere decir el mejor precio, quiere decir la mejor calidad, el mejor proyecto, la mejor oportunidad.
Los gobiernos más ricos son los actuales: ahora se invierten alrededor de mil millones de pesos anuales entre los cuatro municipios y las obras toman importancia por los montos”, concluye.
Constructores, a favor de no licitar
(Guadalajara•Ignacio Pérez Vega)•
Por la reducción de tiempo que se logra para arrancar las obras, la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) otorgó su aval a la Secretaría de Desarrollo Urbano (Sedeur) para que no licite los trabajos de reposición de pavimentos de concreto en el corredor de la calzada Independencia.
El presidente de la delegación Jalisco de la CMIC, Gustavo Arballo Luján, explicó que si la Sedeur hubiera lanzado una licitación para asignar las obras señaladas, el proceso tardaría 60 días. Ahora, con el concurso por invitación, el lapso se reduce entre 30 y 45 días.
Los trabajos de reposición de las lozas de concreto en siete de las 23 estaciones del Macrobús en la calzada Independencia, arrancará en un par de semanas y deberán estar concluidas en un plazo de 45 días, confirmó ayer el titular de la Sedeur, Sergio Carmona Ruvalcaba, quien sostuvo una reunión de trabajo con empresarios de la CMIC.
Arballo Luján advirtió que la CMIC hará una labor de vigilante del proceso de adjudicación de las obras, a fin de que éste se haga con transparencia y no ocurran actos de favoritismo.
En los concursos por invitación se consideran dos factores:
1) cuáles empresas han cumplido en el pasado con los plazos y condiciones de las obras; y
2) cuáles constructoras están dispuestas a trabajar con la presión de esas obras y acortar esos tiempos, señaló el líder de los constructores, que aseguró que en los concursos por invitación se tiene otra ventaja, ya que las obras no se concentran en dos o en tres empresas, pues se abren diversos frentes de trabajo en los que participan diversas compañías.
Guadalajara•Patricia Martínez