lunes, 11 de agosto de 2008

Una obra cuidada con mucho celo

Vigilantes alejan a quienes quieren ver el avance de los trabajos en el túnel de Las Rosas.
Desde lejos, porque no dejan acercarse, se puede echar un vistazo al avance de las obras del colapsado colector en el túnel vehicular de Las Rosas. Este domingo, desde el extremo de la avenida Cubilete, se podía observar a un par de excavadoras que en los carriles centrales de López Mateos abrían la zanja que conectará los extremos de las tuberías laterales, que ya están instaladas y cubiertas con una primera capa de concreto.
Las alambradas que rodean al túnel impiden verificar lo que pasa un poco más allá. Si alguien se aventura a acercarse a la malla se topa con vigilantes: “No le podemos permitir el paso a nadie, ni a los periódicos ni a la tele”, advierte un guardia de seguridad cuyo trabajo, más que cuidar que no le roben los tubos, es alejar al curioso.
En tanto su compañero cumple el papel de perro guardián, otro vigilante abre la reja para que salga un camión de volteo cargado de escombros, el cual se detiene a unos 50 metros sobre López Mateos. Su conductor, quien prefiere el anonimato, se anima a dar información: “Un mes, mes y medio a lo mucho”, es el cálculo que hace sobre el tiempo que resta para finalizar la obra, que el gobierno estimó estaría lista para el 16 de septiembre.

El plazo oficial más o menos coincide con lo estimado por el chofer consultado, que justificó sus cálculos: “Esto es lo último del colector”, y señala hacia los escombros sobre la troca, en su mayoría compuestos por trozos de concreto y varillas dobladas. “Ya están las tuberías laterales, y nada más falta ensamblar el colector central y cubrirlo”. Los pesados tubos del colector central son colocados por una grúa especial, pero su operación no se puede ver ante la restricción al área de labores.En la avenida López Mateos, a la altura del túnel, siguen las quejas por las molestias que causa la obra. “Los fines de semana uno tiene que rodear bastante porque los ‘tránsitos’ tapan los cruces”, pero “ya han agarrado el rollo”, explicó un joven vecino del lugar, que contó que al inicio de las reparaciones el flujo vehicular era lento porque los agentes daban demasiado tiempo a los autos que cruzaban López Mateos; ahora se coordinan y las molestias son menores, aunque el personal de Vialidad se queja de que el trabajo ahí es “muy duro”.
Contrario a otras obras en López Mateos, esta vez los comercios no parecen resentir tanto el cierre parcial de la avenida. Una empleada de una mueblería comentó que si un cliente quiere ir a comprar, pues va, con tráfico y todo, así que el trabajo de los vendedores, aseguró, no ha bajado.
Sobre la dificultad que nuevamente implica circular por la zona, luego de que a menos de dos años de inaugurado tuvo que cerrarse el túnel por las fisuras en el colector central, dijo resignada: “Hay que aguantarse”.



Sergio Blanco
seccion("Ciudad y Región")